domingo, 12 de diciembre de 2010

Le Dame du Lac.

Las lejanas cumbres nevadas de las montañas, la superficie calma del embalse, el bosque engalanado con los mil pardos del otoño, el olor de la hojarasca, las nubes vaporosas que velaban a ratos el sol creando una luz tan mala para fotografiar... pero tan mágica, tan misteriosa...

Hemos caminado durante cuatro horas, escuchando sólo el crujido de nuestras botas en las piedrecillas del camino y la llamada de algún pájaro.
Ni la más leve brisa movía las hojas de los árboles, la temperatura era suave y agradable, más propia del comienzo del otoño que de las vísperas del invierno.

Al acercarnos a la orilla, los patos se alejaban protestando con graznidos inquietos, dibujando sobre la superficie plateada del pantano, lisa y bruñida como un espejo, una larga estela en forma de V, y yo seguía su escapada, mirando a lo lejos, esperando ver de un momento a otro, entre la neblina que flotaba sobre el agua, las colinas de la Isla de Avalón


3 comentarios:

  1. Fue un paseo delicioso.
    Y gracias por la foto...
    Besos.
    Tk.

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  2. Qué instante tan intenso!!! Me gustan esos momentos de calma y serenidad, y, sobretodo de magnificencia ante esa naturaleza que estamos perdiendo... Por un momento, leyéndote, también he creído que iba a aparecer la dama...
    Algún día te contaré la historia de una dama milenaria que se esconde entras las rocas de una montaña de mi hogar.

    Besos!!!

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  3. Espero que lo hagas.
    Me encantan las leyendas.

    Besos.

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