El sol ha alcanzado su cenit en el Primer Punto de Aries y en la tierra ambos hemisferios reciben por igual sus rayos vivificantes.
El prodigio se mantiene sólo por uno o dos días.
Parece cosa de magia. O de locos. Una coincidencia improbable que, sin embargo, se repite, frágil y eterna, dos veces al año.
Y que, esta vez, nos trae el milagro de la primavera.
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