Las aguas se apartan al paso del ave de elegante cuello, y Leda, con los ojos cerrados, se entrega a la inconsciencia.
Envuelta en el abrazo de dos alas poderosas, la suavidad de su piel se entibia al contacto de las blancas plumas, y entre oleadas de placer recoge en su seno la simiente de Zeus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario