Diosa del otoño que desde tu atalaya pintas de ocre los paisajes.
Tú traes las primeras lluvias, las nieblas, el frío y el olor del campo mojado. Las luces doradas de tus días soleados, y las sombras cortantes y negras de tus tardes. Los primeros silencios de los bosques solitarios donde los últimos trinos de los pájaros se escuchan con timidez entre las hojas, y atesoras en la vulva roja de tus frutos la reencarnación de la primavera.
Tú traes las primeras lluvias, las nieblas, el frío y el olor del campo mojado. Las luces doradas de tus días soleados, y las sombras cortantes y negras de tus tardes. Los primeros silencios de los bosques solitarios donde los últimos trinos de los pájaros se escuchan con timidez entre las hojas, y atesoras en la vulva roja de tus frutos la reencarnación de la primavera.
Creo que la diosa nos regala más tesoros de los que sabemos apreciar; el otoño es un regalo vistiendo una acuarela y desnudando a una diosa atrevida que no teme las alturas.
ResponderEliminarBesos
Basta dejarse sentir para descubrirlos y apreciarlos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y tu comentario.
Un beso.